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Sergio Massa y Axel Kicillof encabezaron una caravana peronista por el conurbano bonaerense

Tras la furia y angustia generadas por el terremoto Insaurralde, Unión por la Patria logró cerrar la semana con un abrazo peronista. El ministro candidato Sergio Massa encabezó este sábado, junto al gobernador Axel Kicillof, una larga caravana por La Matanza, capital nacional del justicialismo, con el objetivo de inyectar un poco de mística militante en la recta final de la campaña y de no permitirse quedar inmovilizados tras el tortazo del escándalo del yate en Marbella. Previamente, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires estuvo en el Cruce Varela con Mayra Mendoza y Andrés Watson, intendentes de Quilmes y Florencio Varela, respectivamente.

 Trepados en un camión sin techo, Massa, Kicillof, Wado de Pedro, Máximo Kirchner, Cecilia Moreau, el "Cuervo" Larroque, intendentes y sindicalistas, repartieron abrazos con militantes que gritaban sus nombres, se sacaron selfies con niñas que ondeaban la bandera de Argentina, cantaron "Abran paso llegó la JP", besaron niños y lanzaron promesas de no aflojar a cada jubilado que los interpelaba: una postal de peronismo explícito que, coincidían todos, habían extrañado en la primera parte de la campaña. "Quédense tranquilos que si la Argentina tiene una deuda es con los trabajadores", aseguró Massa, ya a la noche, tras casi dos horas de recorrida, en el acto de cierre en la Plaza Dorrego.

"Bienvenido compañero Sergio Massa a la capital del peronismo”, rezaba el cartel que adornaba la esquina de Azul y la colectora de la ruta 3. A unos metros, el sol rostizaba los techos de chapa de las casas de González Catán. Las decenas de paredes pintadas con la figura de Maradona parecían transpirar bajo el calor inexorable de las dos de la tarde. La cara y el nombre de Fernando Espinoza estaba por todos lados, apenas se distinguían ya los descoloridos afiches de la "Colo" Cubría (su competidora en la interna). Rosario, una docente de 50 años, aguardaba impaciente junto a su madre para ver a Kicillof y, como muchos, se refirió al temor que le generaba el crecimiento de Javier Milei. "Pasa que algunos que lo siguen son muy chicos, pero yo viví los 90', viví el 2001", afirmó, seria, y remarcó que las movilizaciones de este tipo "servían" para generar entusiasmo.

"Del kilómetro cero del peronismo a la capital nacional del peronismo" era el lema con el cual el equipo de campaña de Axel Kicillof había organizado una caravana que había comenzado a las 10 de la mañana en Berisso, identificado como el "kilómetro cero" del peronismo (ya que de allí había partido, un 17 de octubre de 1945, una de las más grandes columnas de trabajadores a Plaza de Mayo para pedir por la liberación de Juan Domingo Perón). La recorrida, luego, haría una parada en Florencio Varela y, finalmente, llegaría a La Matanza, uno de los municipios claves de cara al 22 de octubre. Allí, el equipo de campaña matancero cree que puede recuperar unos 200 mil votos en favor de Sergio Massa, es decir: un tercio de los votos que separaron a Massa de Milei en las PASO. "La primaria fue una elección y esta del 22 va a ser otra. Nadie quiere volver atrás en la Argentina y sabemos que del otro lado está la derecha conservadora que solo quiere ajuste. Con la motosierra lo único que podemos hacer es destruir", resaltó Espinoza, mientras repartía besos y selfies con los vecinos, y agregó: "Mucha gente que votó a Milei no sabía quién era y ahora, con la explosión que tuvo, saben que es un discípulo de Cavallo".

Minutos después de la llegada del intendente matancero, ya a las cinco de la tarde, comenzaron a arribar todos les dirigentes: Massa, Kicillof, Verónica Magario, el "Cuervo" Larroque, Carlos Bianco, Mario Secco, Máximo Kirchner, Cecilia Moreau, Cristina Álvarez Rodríguez, Hugo Yasky, Roberto Baradel, Juan Marino y decenas de intendentes y sindicalistas. Les referentes se fueron ubicando en dos camiones - uno para la dirigencia nacional, otro para la dirigencia bonaerense - y la procesión arrancó.

El clima en la caravana dirigencial era festivo. "Arrancamos la semana en el piso y la terminamos erguidos", afirmó un dirigente bonaerense mientras repartía saludos y dedos en V a las decenas de vecinos y militantes que se agalopaban a los costados del camión. Había una coincidencia generalizada de que la caravana - organizada por Bianco, Secco, Yasky, Álvarez Rodríguez y otres dirigentes que respaldan internamente a Kicillof - había venido a levantar los ánimos y mejorar el clima tras el escándalo generado por el viaje de Martín Insaurralde a Marbella. "Necesitábamos esto", coincidieron varios referentes bonaerenses, mientras señalaban a los niños que saludaban y jubilados que les gritaban, una y otra vez, "no aflojen" o "vamos que hay que ganar". "Vamos que hay que mandar a Milei a la puta que lo parió", agregaría, más exaltado, un hombre enfundado en una camiseta negra a quien su esposa, después de escucharlo, lo reprendió golpeándolo en el hombro.

Pese al entusiasmo - y cierto desahogo catártico -, no había un dirigente que no murmurara insultos contra el ex jefe de Gabinete bonaerense. "Es para matarlo", diría, el más sereno. Otros, en cambio, se pondrían más gráficos. Más allá del mal humor, sin embargo, había una preocupación palpable sobre el efecto que tendría en las elecciones. Todos descontaban que impactaría en las urnas, pero nadie tenía del todo claro en qué nivel. Muchos se repartían y comentaban las últimas encuestas que habían ido recibiendo en la última semana y señalaban el punto que más les inquietaba: Massa había estado subiendo en las últimas semanas - en algunas hasta lo superaba a Milei - y lo de Insaurralde no había hecho sino echar por tierra ese crecimiento. En el entorno de Kicillof, mientras tanto, afirmaban que se había logrado evitar una identificación directa del gobernador con Insaurralde pero que, de todas maneras, le había puesto un "techo" a su crecimiento potencial.

Los cálculos y disquisiciones numéricas daban paso, repentinamente, a los gritos, saludos o abrazos. A medida que la procesión continuaba, a paso de hombre, por la calle Azul, algunes dirigentes se bajaban, se sacaban fotos y volvían a subir. Había pecheras y paraguas del municipio de La Matanza y de Ensenada, de la CGT y de la agrupación Felipe Vallese. Dos militantes que sostenían muñecos gigantes de Eva Perón y Néstor Kirchner saltaban y no paraban de cantar "Abran paso, llegó la JP".

"Esto es una fiesta peronista como hace mucho que no se veía y que nos da una energía renovada", aseguró "Carli" Bianco, encaramado sobre uno de los bordes del camión, y agregó: "(Lo de Insaurralde) No va a tener un impacto positivo, es una obviedad. Pero estoy convencido de que, más allá de este asunto particular, la gente va a priorizar el bosque sobre el árbol. El gobernador es un gran restaurador de derechos que se habían perdido en la provincia durante el gobierno de Macri". Adelante suyo, en el tumulto de vecinos y militantes que iban detrás del primer camión - donde estaba la dirigencia nacional - una decena de personas empezó a saltar y chocarse mientras cantaba a los gritos "Néstor, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo". En el medio del pogo estaba Kicillof. "Mirá al enano", le gritó, entre risas, uno de sus funcionarios.

Fuente: Página 12

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